-¡Ya despiértate
cabrón, ya vámonos!
Tres
limón, medio limón, cuatro limón, medio…
-¡¿Qué no me escuchaste?!
-¡Ah! Ya, ya… ¡Ya estoy
despierto, me duele! ¡Basta!
El día empieza, el rocío ha
inundado la parte trasera de la camioneta, no es lo ideal para sentarse ahí a
las cinco de la mañana, tal vez hoy mereciera un poco de pan y café, digo, como pinta el clima el rendimiento
será poco. Los dientes parecen castañuelas, se enciende un cigarrillo en medio
de un incomodo silencio, la radio se
descompuso el martes, como si importara el día. La tos de Juan suena como
agradecimiento por el poco calor producido por el humo sabor nicotina. El
chirrido de los dientes se ha detenido, odio el silencio, mejor tarareo.
Primera parada, semáforo en rojo,
caja de dulces, cinco limón.
-¿No me compra unos dulces?
-No tengo mi vida.
Pinche señora, su lástima no nos va
a dar de comer ¿o sí?
María cada vez está más flaca, de
seguro va a ganar más y ahora que tiene trece se va al mercado grande, va a
aguantar, es de las rudas, está en esto desde los siete. Medio limón…
Lo más divertido es ver correr a
Juan y Gustavo entre los autos,
entretiene a la mitad de la jornada. Verde corren, rojo corren y con el
amarillo me doy unas carcajadas, a veces apuesto quien se desploma primero,
casi siempre gano. Seis limón.
¡Sólo cuarenta y cuatro pesos! Me
va a ir de la fregada, pinche Gustavo ni su ojo morado pudo juntar más, todavía
que lo descubren comiendo a las horas de trabajo. Debería agradecer, el golpe
le acomodó las ideas, ya no lloriquea como antes. Se vuelve fuerte, y si no se aplica lo matan mañana, que no faltan ganas… Medio limón.
María no para de llorar, quien la
culparía, después de ver a Gustavo morir cualquier vieja lloraría, yo se lo
dije al Gus:
-¡Aplícate! Si no vas a ver como
estos hijos de la chingada te van a dar unos que bien te van a durar para que
no te vuelvas a equivocar.
Cinco cinchazos bastaron para
cerrarle la boca, lástima que fue para siempre. Ni modo, a buscar gente nueva.
¡María no se calla! A veces quisiera gritarle, sacudirla, decirle que ya lo
acepte, lo deje, esto es lo que le toco vivir, no hay de otra, no hay una pinche
salida. ¡Ya que se calle! Lo mejor es que me calme, no vale la pena enojarse.
Respira, piensa bonito. Siete limón,
medio limón.
Estamos en el parque Juárez,
pinches colegas corren como si no lo hubieran hecho antes, no importa, no
venimos a eso y lo saben, luego el columpio y la resbaladilla, vienen por un
nuevo Gustavo. Domingo familiar, literal, el parque a reventar, risas, helado,
globos multicolor. Ahí está el Chistorete, pinches chistes de tres pesos pero
bien que hacen reír a la gente, de que sabe dar show sabe dar show. El Juan ya
se puso las pilas, lleva tres carteras, cinco monederos y tres celulares, la
comisión del payaso ya salió. Es medio día, hay una niña sola en el sube y
baja, Chistorete dice que sus padres cuidan al hermano menor, se ve triste,
parece que la soledad opaca su belleza, necesita compañía. Ocho limón.
Acercarme a ella fue un error, ha lanzado un
grito espantoso, por suerte pareció que fue el vértigo del sube y baja. Su
madre vino en seguida, la bajó, le acarició la cabeza y tontamente le pregunta:
-¿Qué te pasó mi amor?
Eso es fácil contestar: La verdad
casi nada, que la dejó sola, que la iba a llevar conmigo y nunca la volvería a
ver. Nunca volvería a comer helado de vainilla ni jugar con su cochecito
favorito, recibir un abrazo de mamá a la hora de dormir ni escuchar esa
arrulladora voz. Vieja idiota, conmigo
le iría mejor a su hija. Medio limón.
No nos fue tan mal, duplicamos la
cuota del mes pasado, compensará que no hayamos encontrado al nuevo Gus. Tal
vez hoy alcance para el pan, bueno, tres días sin comer no hacen rendir al cien
por ciento para las nuevas jornadas. Me equivoqué, aún se funciona con una
semana sin comer. Hay reunión hoy, odio estas reuniones, no me molesta el
cigarro pero el pinche peyote mata la neurona de todos, luego tequila y
caguamas, ya pusieron la mesa, los vastos y las monedas tienen el gane. Nueve limón, medio limón.
Ridículos, para que lloran si
saben que es algo natural de la vida, el sexo tarde o temprano lo tienes,
aprendan a Juan, ya no llora, ya no grita cuando le toca, y eso que le toca con
Don Lorenzo, pinche viejo obeso, calvo y todo pero bien que fornica. No puedo
evitar reírme. Este tequila ya me pego, la risa no se detiene, Juan acaba de
entrar al cuarto, le digo que tome un trago para enjuagarse la boca. Me pasan
un toque, absorbo. De nuevo en mi casa, mi alcoba, mis juguetes, mi madre
cantando:
Diez
limón, medio limón, once limón, medio limón…
Sus asquerosos labios pasar por
mi pecho, la barba pica, quiero llorar, no puedo evitar soltar una lágrima,
siempre me pregunto cómo llegué a esto. Me siento sucio, lo estoy por fuera,
pero por dentro se siente repugnante, su respiración cerca de mi oreja. María
dice que con ella va despacio, afortunada ella. El tipo parece un caballo
mecánico esos de la plaza Victoria. Ha terminado, prende un cigarrillo, lo
presiona en mi pierna, no puedo evitar gritar, una lágrima más. Se va de la
habitación, me levanto y me miro al espejo, desnudo, no lo puedo evitar, odio
mi cara, odio mis brazos, odio esa mirada que se pregunta ¿qué cosa eres? Me
quiero morir… Debo aguantar, por Juan, por María, por la vida en peligro de mis
papás… Voy a dormir.
Nuevo día, nueva jornada. Dulces,
sol, smoke, sexo y alcohol. Lo único que me motiva es medio limón.
Ya tengo trece, nuevas ligas y
tal vez mayores chingas. María cuenta que ser puta si deja, Don Lorenzo dice
que es lo único en la que la armo, pinche puto. Hay nuevos y uno apenas lo
trajeron hoy, se llama Julián, no para de chillar, cada vez son más jóvenes,
tiene cuatro años. Lo trajeron de Plaza Dorada, dicen que la madre armó un
pancho por no encontrar a su hijo, que gritó y hasta madreó a un policía, mi
mamá sólo gritaba sin parar, la gente no le hacía caso, yo la miraba llorando
intentando gritar, la velocidad del sujeto que me llevaba y su mano que cubría
mi boca lo impedían a cada momento. Un golpe seco a Julián, cayó al piso, le
quitan su ropa, lo comienzan a manosear. “¡Basta!”
pienso “¡Basta! ¡Ayúdenlo, lo lastiman,
me lastiman! Maldita sea…Relájate, piensa bonito, comienza a cantar, un limón,
medio… ¡No! Ya estoy harto… no puedo seguir así, ¡Maldita sea!
Julián comenzó a llorar de nuevo,
han terminado. Salen de la habitación, dejaron al niño tumbado en el suelo. Me
acerco, está desangrando. Le ofrezco la mano, me mira con recelo, quien lo
culparía.
-Toma tu ropa -le digo.
Se levanta y comienza a llorar.
-Mejor cálmate porque pueden
regresar, respira profundo y tal vez creas que esto es lo peor, pero no, entre
más chilles y te resistas más pendejos se ponen –su mirada atónita-. Mira si
quieres durar mejor consíguete algo para calmarte, para que tu mente escape de
aquí, mi mamá decía que es la mejor forma de olvidarte de las pesadillas,
piensa en algo bonito…
-¿Tú qué piensas?
-¿Yo? Yo canto una melodía que mi
mamá me cantaba a la hora de dormir. De seguro la conoces: Un limón, medio limón.
-No –Julián esbozó una pequeña
sonrisa.
-¡Hora! ¿Cómo crees? –parece más
tranquilo-. Te la enseñaré.
Me siento estúpido, una canción
no hace que te olvides de los malos momentos, ojalá fuera como dice mamá, que
te ayuda a olvidar de las pesadillas, no es así. ¿Cómo le puedo prometer esto a
Julián, cantar lo mantendrá a salvo de esto, ni yo mismo me creo esa mierda… No
podemos seguir así, necesitamos salir de aquí…
Es sábado, hay reunión. Me
encuentro en la parada del autobús, falta poco para que me recojan. Desde que
conocí a Julián cargo con un cuchillo,
no sé porque, en algo me ha de servir. Semáforo en rojo, camioneta negra. Han
llegado por mí.
Hoy trajeron ron, whisky y un
cartón de cervezas, es una partida de dómino.
Julián se encuentra junto a Juan, ambos esperan quien va a ser el
primero. Llegó Don Lorenzo, me pidió a mí, lleva consigo una bolsa de coca,
viene con ganas. Me dice que ya me extrañaba, me dice que soy su favorito, me
dice que soy bien portadito. Quiero cerrarle la boca. Me quita la ropa.
-No has conseguido tu cuota del
mes –odio su voz-. No quiero que me empieces a fallar, esos dulces no se venden
solos cabroncito, hoy te tendré que castigar…
Me da asco, quiero matarlo. El
gordo absorbe cocaína, toma una pastilla azul, se baja el pantalón. Hace tres
líneas blancas en la mesa, me jala del cabello, me estampa contra la mesa.
-Toma, vamos a divertimos.
Inhalo, se ríe, me baja el
calzón. Un limón, medio limón. Esta
dentro de mí, no puedo evitar gemir, va a paso lento, se ríe. Dos limón, medio limón. Hijo de puta, va
más rápido, sigue riendo ¡Basta! Sigue riendo y gimiendo, me lastima. Me tumba
en la cama, estoy cerca de mi ropa, mi pantalón, el cuchillo. Me pone de
espaldas, mi mano cae en el piso. Alcanzo el arma, gime, gime. Comienzo a gemir,
no puedo llorar, esta vez no, me harté. Lo voy a matar.
Mi corazón se acelera, mi cerebro
punza, no siento mis piernas, tomo el cuchillo. Me voltea, me exige un oral, me
baja, se ha dado cuenta. Se ríe, puto gordo, me suelta un puñetazo.
-¿Quieres ponerte rudo?
Mis latidos se aceleran, el
cuchillo ha salido volando, estoy arrinconado, se acerca, me patea, me lanza a
la cama, logro quitarme, alcanzo el cuchillo, suelta un carcajada, maldita sea,
se comienza a ahogar, es mi oportunidad, lo voy a matar, llevo el arma con
todas mis fuerzas… Por María, por Juan, por Julián y Gustavo…
Quiero que mueras, quiero que
dejes de ser mi realidad, quiero que no seas ni una pesadilla. ¡Muere, muere!
El cuchillo toca sus entrañas, lo he clavado en su corazón, cae como un cerdo
al suelo. Lo he conseguido, lo he conseguido…
No siento mis piernas, mi cabeza
me pulsa, mi corazón comienza a frenar, no me importa, lo he conseguido, el
suelo esta frió, no me di cuenta a qué hora caí. Escucho voces, son los demás,
veo a Juan llorar, veo a Julián gritar, escucho el murmullo de los demás, todos
auxilian al elefante. ¡Maldita sea! Esta muerto, pero sólo maté a uno, sólo les
hice un rasguño, no me puedo mover…
No los salvé, los deje en un
infierno… Quiero gritar, quiero llorar. Julián me mira una vez más y comienza a
cantar:
Un
limón, medio limón, dos limón, medio limón…
No le quiero mentir, nada estará
bien.