Saske Ishakawa

Burton sentía caer a gran velocidad, después de un tiempo dejó de sentir los raspones que le daban las rocas, ramas y hojas. Pensó que iba por un tobogán infinito el cual le revolvía su estomago cada centímetro más cuesta abajo, se dejo llevar pensando que tal vez este era su final.
Entonces todo se oscureció.

Se cierra el telón

 En la última rama del árbol verde más grande del bosque se encontraba un ser escamoso de patas pegajosas, contemplaba la desdicha de encontrarse en ese lugar.

Cada vez que observaba a su alrededor con el ojo oriental en buen estado, concluía con decepción que debía escapar lo más antes posible.
Saske Ishakawa meditaba la idea del como regresar a casa y se lamentaba el día que llegó al bosque, pues sabía que el sitio nunca sería lo que él quería que fuese. Su vestimenta, pantalón hakama y parte de una armadura o-yoroi que le habían pertenecido a su abuelo de la legión samurái Ishakawa, ambos sujetados por dos tirantes rojos y una camisa amarilla a cuadros con un moño en el cuello, le hacían notar las extrañas diferencias que tenía antes los habitantes.
Ellos también lo pensaban. Murmurando y juzgando cada movimiento que hacía el nuevo habitante del bosque.
—¡Es muy extraño! — comentó una vez Sweet Bunny a la Rosa Amely—. ¡Pero caray! ¡Qué macho!
—¡Yo digo que es un buscapelitos y solo traerá problemas! — sentenció Joséphine, la lechuza.
Todos hablaban entre cuchicheos cuando hacia pequeñas excursiones al territorio boscoso. Según Saske, a él no le importaba lo que decían de su persona, le interesaba el como salir de allí, sin embargo tenia necesidades como cualquier ser por lo que debía de soportar a la gente que estaba a su alrededor, dejando a un lado la pesadez de escuchar susurros y que la gente lo mirara con desagrado.
El árbol era el único lugar donde podía disfrutar de paz y tranquilidad, en él podía aclarar sus turbias ideas. Su cabeza estaba cansada de encontrar una solución. Seguir caminando, como llegó al bosque, no era la opción más agradable. Terminaría muerto de cansancio y ni siquiera tenía un destino confiable, por lo que concluyó era muy cansado estar caminando y vagando por todo el mundo. Debía ser de una forma en la sintiera que estaba en el lugar correcto y quería encontrar el sitio pronto.
—¿Volando? —pensó—. No, no quiero ser un necesitado.
Necesitado para Saske significaba pedir ayuda, cosa que detestaba enormemente, era la peor cosa del mundo que podía hacer, solo lo hacia en casos muy extraños y forzadamente. Creía que pedir ayuda era ineptitud y que te hacia depender de otros, debiéndoles algo, algo como la amistad.
El bosque en que se encontraba era peculiar, aunque él se encontraba en uno de los arboles con más altura del terreno, había otros que los doblaban, los arboles de tronco café. Los seres ocupaban los arboles de hojas que sufrían cambios estacionales, en esa época eran colores otoñales, los arboles gigantes tenia hojas de colores oscuros, en el día aparentaban ser verdes, en la noche su color oscurecía tomando una tonalidad azul, esos arboles no sufrían cambios en ninguna epoca del año, a diferencia de los troncos que ocupaban como hogar los cuales indicaban el paso del tiempo. A las criaturas del bosque les deba miedo esa rareza, por lo que prohibieron treparlos, le advirtieron a Saske, pero viendo la falta de hospitalidad hacia él, desobedeció la restricción y subió a uno que se encontraba entre la altura de los prohibidos y los decentes, uno de un tronco verde.
—Será mejor que cambies de casa —recordaba como un sapo llamado Chuck le decía cuando descubrieron donde vivía—, es muy peligroso y no son para vivir en ellos.
—Lo tomaré en cuenta —mintió Saske.
Apenas si podía ver la luz del cielo entre los grandes arboles, una mosca pasó por su cabeza cuando al tintineo de los sesentaicuatro ojos del insecto se encontraba en la boca del reptil. De pronto recordó algo que lo inquietaba terriblemente, ¿quién lo recibiría en casa? si lo habían desterrado, lo habían amenazado de que no volviera. "El precio de ser diferente", pensó el reptil. Aunque su hogar tampoco era lo ideal para él, el bosque era aun más lejano de su anhelo.
La noche cayó, y un enjambre de moscas revoloteó cerca de él, no tenía hambre. Pero le llamó la atención una pequeña luciérnaga que volaba al frente de las moscas quienes la seguían sin parar al lugar donde ella fuera, exhortos por la luz, diferente a las demás, manipulándolas a su antojo. Entonces por primera vez recordó lo que decían de él.
—Es especial, extraño pero especial.
—Me intriga conocerte Saske Ishakawa —le dijo una vez Chuck.
—Puede traer cosas nuevas al bosque —dijo Lance, el pajaro carpintero.
—¡Malas y desastrosas! —objetó Joséphine.
—Pero nuevas.
 Volvió a mirar su panorama, todos esos seres lo veían como algo fascinante, nuevo, lleno de intriga, como una luciérnaga. ¿Qué pasaría sin en lugar de huir a lugares donde tal vez no encuentré lo que busca, convierta el lugar en lo que busca? 
Sabía que era peligroso, no quería perder su originalidad, sus características, él era único y debía de aprovechar su peculiaridad, el ser nuevo, el ser extraño, el ser el centro de atención. Su meditar había concluido, sus ideas se aclararon.
Saske Ishakawa tenía un plan.



A la mañana siguiente de su meditación el reptil bajó a la laguna que formaba el centro del bosque, no hizo nada fuera del comportamiento habitual desde su llegada, fue a la orilla de la laguna y sorbió un poco de agua, caminó firme sin ver a nadie. Los habitantes lo seguían con la mirada, algunos charlaban, otros simplemente lo admiraban. Saske
—¿Qué hacen? —preguntó Saske al sapo acompañado de Lance y Hook, un ratón del mismo volumen que Chuck.
Los tres lo observaban anonadados sin saber que hacer realmente.
—Estamos conversando de las hojas de otoño —respondió Chuck después de balbuseos—. ¡Vaya que ya empiezan a caer!
—Me parece bien.
—¡Sí! —prosiguió Chuck, no quería perder la oportunidad de ser amigo de Saske por lo que hizo algo que nadie esperaba—. De hecho estábamos hablando de ti, queríamos invitarte a la fiesta de la hoja Roja, ya sabes, para celebrar un poco el cambio del follaje de los arboles.
Los otros dos lo miraban escépticos, impacientes por escuchar la respuesta del reptil. No eran los únicos, los demás también lo esperaban.  
—¿Y bien? —preguntó Lance.
Saske parecía gozar el momento así que al propósito hizo una pausa larga, dedicó una sonrisa macabra a su audiencia y respondió un "si"cortante. El animo de sorpresa no se hizo esperar y de la nada, la Rosa Amely estaba a solo unos centimetros de distancia de Saske.
—Te encantará el festival —dijo hiperventilada la flor—, empezamos desde que sale el sol hasta la noche de la fogata donde bailamos entre parejas y ¿quieres bailar conmigo?...
Amely, sonrojada se llevó las manos a la boca, no podía creer lo que había hecho. Saske aún gozaba los momentos de atención que estaba teniendo. La pregunta endulzó más el momento. La rosa retrocedió unos pasos cautelosos, los otros tres no sabían si reír o intentar ignorarla, estaban pendientes de la reacción del reptil. Fueron duros momentos para Amely hasta que interrumpió Jósephine.
—¿Nos podrás ayudar con los adornos, las lámparas y esas cosas?
¿Ayuda? El momento glorioso de Saske había concluido, él odiaba toda forma posible de la ayuda, con singularidad el ayudar.
"El plan " pensó "Ten en mente el plan"
—¡Claro! —respondió tanquilamente—. Con gusto ayudaré.
Los otros cuatro lo celebraron, la demás gente lo oyó a lo lejos, Saske ahora era parte del bosque, aunque ningún habitante se dio cuenta de que ellos iban  a ser parte de Saske Ishakawa. Sólo una sombra entre la gente se dio cuenta de la amenaza que representaba el nuevo habitante, sabía que debía sacar a Saske lo más pronto posible pero no sabía cómo. Su solución llegaría en tres días.

Saske caminaba entre arboles, quería que éste día fuera tranquilo y sobre todo solitario. Desde su muestra de comunicación, nadie le paraba de pedir consejos, comentarios y opiniones, "¿Qué no tienen mente propia?" pensaba. Su plan seguía en marcha, Chuck fue el primero en depender de él y hacer todo lo que quería, le siguió Amely, a ella no le había puesto interés especial, ella lo complacia en todo lo que quería sin razón aparente. Hoy quería estar solo, por lo que decidió salir antes de su árbol para disfrutar un poco de soledad.
—Falta poco —se dijo—. Mi plan esta funcionando, nada lo puede estropear.
Entonces lo vio, a unos cuantos metros de distacia un bulto caía a gran velocidad por una vereda. La curiosidad de Saske le inquietaba saber que era, su prudencia ganó, y casualmente caminó cerca de donde terminaba de ser arrojado el bulto. Era un ser feisimo,con pelo marrón en la cabeza, calvo y rosado de la cara y ropas deshiladas. Saske le dio una mirada de desaprobación y siguió con su camino.
Se distrajó con el aire y el caer de las hojas, el sentimiento de nostalgia a su hogar seguía presente. Por más que el plan funcionará había cosas de su casa que no podrían ser remplazables. "Debo de continuar con esto".
El eco de un grito se escuchó de repente. Se detuvo e intento identificar de donde provenía el sonido, cayó en la cuenta de que era del mismo lugar donde había caido el ser calvo y horrendo, no le dio importancia (Primer error). Fue hacia la laguna a saciar su sed, uno y otro habitante pasaban a su lado corriendo, querian enterarse de lo acontecido.
El reptil tranquilo tomó un pocode agua y Chuck lo interceptó.
—¿No irás a ver lo que pasó? —al ver la cara de Saske sabía la respuesta, no le importó, continuó—: Dices que es un feo monstruo.
—Vaya que no estaba en un error —Saske lanzó un comentario al aire, el sapo lo escuchó.
—Con que ya lo viste.
Saske no lo negó.
—Entonces para que ir —respondió Saske cortante.
—Vamos...
—¡Qué esperan! —interrumpio un cuervo horrible—. ¡El chisme nos espera!
Chuck invitó por ultima vez a Saske, quien a ver a la cuervo Bernice sabía que el "no" era una respuesta inexistente. Así que no tuvo otra que acompañarlos, en dirección al sitio se encontraron con Hook, el cual iba sudando del cansancio al correr para llegar al epicentro del chisme.
 —Me enteré por Sweet Bunny, salí corriendo de mi madriguera —suspiraba el ratón—. ¡Vaya, vaya Saske estó me recuerda el día que llegaste al bosque!
—¡Cierto! —corroboró Chuck—. ¿Te acuerdas Saske?
—La verdad no.
Mentía, Saske Ishakawa recordaba el terrible error de caer en ese bosque. Había viajado a pie por un largo tiempo por lo que encontró un árbol color verde perfecto para descanzar, subió a la rama más alta y decidió tomar una siesta, cuando una pregunta imprudente lo despertó.
—¿Quién eres?
La voz cacofónica de un feo cuervo estaba enfrente de él. Por lo que se paró y bajó del arbol para poder ir a descanzar a otro sitio. El cuervo lo siguió y volvio hacer la misma pregunta. Saske apretó el paso. El cuervo no se rindió.
—¿Quién eres? —volvió a preguntar—. ¡Penoso! Yo me llamó Bernice.
—¡Largaté!
—¡Qué grosero! ¡Ya dimequien eres!
Saske desesperado tomó una piedra del suelo y la lanzó a la acosadora ave. Dio en el flanco, la cuervo molesta y ofendida comenzó a gritar:
—¡Un monstruo me ataca! ¡Auxilio!
Al instante estaba rodeado de animales extraños, los cuales lo veían con reproche y extrañeza.
—¡Me arrojó una piedra! —alardeaba Bernice.
Saske nervioso, perdido y espantado no sabía que hacer. Retrocedía y los demás con él, estaba atrapado en una caja viviente.
—¡Sámurai! —pensó—. Un salto sámurai.
Lo estaba preparando, la multitud pensó que iba a atacar de nuevo.
Uno, dos, tre...
—¡No nos hagas daño!
Una rosa estaba parado al frente suyo.
Saske recordaba muy  bien ese día...
—¡Es un monstruo! —gritó Jósephine habiendo llegar a lugar.
Todos se encontraban rodeando el bulto que había visto hace poco tiempo, las tres cuervo chismosas revoloteaban como buitres en el cielo. Algo era demasiado familiar en la escena.
—Es horible —se oyeron comentarios femeninos.
—¡Se esta moviendo! —señalo atemorizado Lance— ¡Esta despertando!
—¡Oh dios mío!
La criatura observó a su alrededor y el pánico entro en sus ojos. Parecía nervioso, perdido, atemorizado. Saske entendió de pronto todo. Necesitaba actuar sino ese bulto iba a arruinar sus planes.
Entró entre la gente y el ser cayó aterrado al suelo, al dar un paso Saske éste se desmayó, el reptil lo recogio y lo cargó en sus hombros entonces dijo:
—Yo me encargó de él.
Nada ni nadie iba a detener el plan de Saske Ishakawa. Ni siquiera el primer humano del bosque.


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