Marla
Eran las doce de la tarde. Entre tanta gente había una diversidad descomunal, unos cuantos variles con picos verdes de cabello, cadenas a la cintura, tenis desgastados. Otros un cuanto clásicos, con ropa típica de un estudiante decente, playeras polo, mezclilla típica y peinados que me recuerdan al McCartney de los 70’s. Noté el vestido Calvin Klain de una chava, le quedaba bien, repudié la chamarra Nake que llevaba puesta un chavo enfrente de mi, no me gustan las imitaciones. De nada me sirvió criticar la apariencia de otros, seguía inmersa en el pensamiento del porqué me hallaba en ese lugar. Hasta que apareció.
Entre toda esa jungla urbana sobresalía él, caminando imponente con la facha de siempre, esa que me encantaba, lo sé sigo en sintonía con la ropa pero la de él era única, no quiero parecer a Stephanie Mayer así que pararé con esto de la descripción gloriosa.
Así que por fin entendí, hoy era el día en que le iba a hablar. No había otra razón por la cual mis actividades se cronometraran de una manera tan perfecta que en ese mismo instante me preguntara que hacia en la fila burocrática de la universidad.
Me levanté y la rutina matutina daban la impresión de ser un día como cualquier otro, hasta que llegué a la parada como siempre corriendo, la puntualidad no es una de mis virtudes, llevaba tres minutos de retraso. Hice la parada, pero un microbusero casi ciego pasó rozándome las narices, ahora llevaba 5 minutos. De nuevo extendí mi mano a un nuevo autobús, subí enojada y aunque quería aparentar enojo lo único que demostré fue torpeza al caer con un escalón. Me senté y de pronto sentí un patético escalofrío, tal vez fue del oso que hice al subir. Me coloqué los audífonos y Vivaldi me tranquilizó de inmediato.
El autobús iba a una velocidad tediosa, la cual me recordó los 5 minutos con la velocidad ya siete, sin en cambio, le tocaron puros semáforos verdes al conductor, no había mucho pasaje y al mirar el Ipod mi salida iba puntual. Al bajar no pude evitar prender un cigarrillo y comencé mi paso nervioso, suelo caminar rápido, un tick por ser impuntual.
Ahora iba 3 minutos adelantada, me sentía sosa llegando puntual, así que a dos cuadras de la universidad me detuve a comprar una rosquilla. No debí hacerlo, el torpe que atendía el puesto era nuevo o algo así, se equivocó tres veces con el pedido de una señora engreída de 40 y me dio 4 veces mal el vuelto, iba seis minutos tarde ahora, avancé atragantándome con mi maldita dona hasta empujar por accidente al chavo de chamarra morada fluorescente Nake y suspirando asenté mi llegada. Observe el reloj y estaba puntual, mis pensamientos pesimistas llegaron y el saber que también el día siguiente pude haber ido me exasperó, pedí fuego al chavo atrás de mi, porque el Nake me miraba con ojos de comerme viva. Fumaba mentolados por lo que no incomodé a muchos, y tal pareciera que al sacar una humada él apareció. Viré rápido y busqué mis gafas de sol en la bolsa, tonta, ni siquiera me reconocía sin ellas.
Nos formaban por dos hileras, la otra no llegaba hasta el chavo Nake, por lo que él se formó enfrente de mi, como predije no me vio, rendida me quité las gafas. Mis amigas siempre me animaban diciendo que él no paraba de mirarme en la escuela entre recesos y esas cosas, una vez les creí pues hubo una vez que lo espiaba discretamente cuando nuestras miradas se encontraron, creo que fue el sorbo de JD’s que me jugó la idea de que él se había sonrojado.
Me parecía extraño que él anduviera solo, siempre iba acompañado por otros amigos, avanzó mi fila y el volteó por instinto curioso, otra vez nuestras miradas se cruzaron, me sonrojé y desvié la mirada, él no, se sonrojó aun más que yo. Para despejarme de esa idea tan descabellada eché un ojo al reloj, estaba puntual, justo donde debía de estar. No creo en las casualidades, pero su fila se niveló a la mía, tarareo una canción que reconocí de inmediato, una de mis favoritas. Entonces caí en la realidad, estaba en un sueño, no había otra explicación. Cerré los ojos y me pellizqué infantil en el brazo. Nada, estaba existiendo.
Suspiré y me dije, nada pasará hoy. Resignada fumé lo último que quedaba de mi cigarrillo, guarde mi Ipod, revisé mis documentos y mi fila avanzó. Me sujeté el cabello con una liga y su fila dio un pasó más.
Entonces ocurrió:
—¡Hola! ¿Comó andas?
Fue él, mi corazón se llenó de mariposas, él me habló.
Nu ma wow este esta muy padre..
ResponderEliminaramigo te deseo todo lo mejor del mundo
que el arte se haga ver
seamos el arte!
vivamos de el arte
y por que no?
VIVAMOS MUY BIEN DE ARTE!
ENSEØEMOS CON EL ARTE
REFEXIONEMOS CON ELLA!!
TE DESO TODO EL EXITO DEL MUNDO!!
QUE DIOS TE BENDIGA Y BUENA VIBRAA!